La sociedad más libre que existe en la actualidad, la 2.0, tiene también opresores y oprimidos. Y lo más terrorífico del asunto es que estos oprimidos eligen serlo de propia voluntad. Hablo del crowdsourcing, una perversa hibridación entre lo más crudo del sistema capitalista, las máquinas de dominio empresarial, y lo más regeneracionista de la Web 2.0, su carácter colaborativo y participativo. Se trata de un sistema por el cual una determinada empresa lanza sus problemas a las masas, y éstas, a cambio de un incentivo, los solucionan al más puro estilo opensource.
Y facebook, que junto a flickr, wikimedia y toda la maraña de google se encuentran en punta del 2.0, no ha tardado en subirse al carro del crowdsourcing. Lo que pasa es que se les ha olvidado lo del incentivo.
Ya han traducido el sitio al español, y en pocas semanas lo tendrán también en francés, alemán, italiano, kirguís...
Y cómo no, lo han hecho con la desinteresada colaboración de sus usuarios, los cuales, entusiastas de un ágora global llena de morralla engañabobos (aunque, eso sí, no deja de ser muy interesante como herramienta de comunicación y de "relación social 2.0"), se han volcado con la causa y han traducido todo el sitio en menos de un mes. ¿Y quién saca el beneficio de todo esto...?
Esta vez, y con todo el respeto a Rousseau, ha sido el hombre el que ha corrompido a la sociedad.
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